Se deja caer el frío en tus hombros. En tus manos. En tu rostro. En el perfil difuminado de las retamas.
Quizá en el violeta recortado de las sierras. O en el nítido azul de un cielo que se va colmando de luz paso a paso.
Vuela ya el día en alas de la alondra. En el pecho y en el canto de la tarabilla.Cuando se deshace la leve niebla de la laguna y el agua espeja el disco naranja, cegador, que sube y comienza a sembrar sombras de jóvenes encinas sobre la tierra amarilla y seca.
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