Primer amor
Empezábamos entonces a trazar
el mapa a escala real de nuestras vidas.
Éramos adolescentes bachilleres
recién reconciliados con nuestros cuerpos.
Fue el verano de nuestros dieciséis años.
De mañanas de bicicleta y recados,
de largos paseos al anochecer.
Una nueva emoción brincaba en mi pecho.
Tus ojos. Tu boca. Tus manos. Tu risa.
En septiembre descargaron las tormentas.
Tu no. Tu adiós.
Mis lágrimas. Mi drama.
Lo más hermoso que había vivido.
Lo más amargo que había probado.
El amor como nunca había amado.
El dolor como nunca había dolido.
No hemos vuelto a vernos desde aquellos días,
ni hemos vuelto a saber uno del otro.
Te traigo aquí esta tarde en calma de agosto
para darte las gracias por un verano
que con la luz punzante del amor
trajo a mi vida el afán por las palabras,
por el ritmo y la luz de la poesía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario