El silencio está lleno de vida. De ruidos.
Sólo en silencio puedes oír el susurro de los olivos mecidos por la brisa de la tarde. El repentino aleteo de un gorrión cuando abres la puerta del patio. El zumbido del insecto que ronda la flor naranja del pacífico.
Solo en el silencio oyes crepitar el espíritu del fuego, el golpeteo de la lluvia en los cristales o en la tierra empapada, el aura que precede a los pájaros y a los colores de la aurora.
Sólo en el silencio te llega la canción serena y feliz de los campos cereales en la mañana de mayo, el canto del abejaruco allá arriba o el glup de un galápago que se hunde en el río.
Los ruidos construyen el silencio.
En silencio escuchas lo que no oyes.
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